domingo, 24 de abril de 2016

Los alimentos con fructosa pueden alterar 900 genes cerebrales, muchos vinculados con la salud humana.

En el artículo “Systems Nutrigenomics Reveals Brain Gene Networks Linking Metabolic and Brain Disorders” publicado en la revista científica EBioMedicine, un equipo integrado por más de 20 investigadores de la Universidad de California (UCLA), comprueban que el consumo de fructosa altera 900 genes cerebrales vinculados con problemas en la salud como la enfermedad cardiovascular, la enfermedad de Alzheimer, la depresión, la enfermedad bipolar, el trastorno de hiperactividad con déficit de atención, etc. La mayor parte de los alimentos  son endulzados con jarabe de maíz de alta fructosa, un edulcorante líquido de bajo costo obtenido a partir del maíz presente en bebidas endulzadas (bebidas “cola”), jarabes y postres. En forma paralela los investigadores señalan al ácido graso omega-3 conocido como ácido docosahexaenoico o DHA, como la sustancia capaz de revertir los cambios nocivos producidos por la fructosa. “El DHA no cambia sólo uno o dos genes, empuja a  todo el patrón de genes a volver a la normalidad, algo notable", dice Xia Yang, autor principal del estudio y profesor de  Biología de la UCLA. Para probar los efectos de la fructosa y el DHA, los investigadores entrenaron ratas para escapar de un laberinto, luego las dividieron en tres grupos. Durante seis semanas, un grupo de ratas bebió agua con una cantidad de fructosa equivalente al consumo humano de un litro de gaseosa por día. Al segundo grupo se le dio agua con fructosa y una dieta rica en DHA. El tercer grupo recibió agua sin fructosa y sin DHA. Después de las seis semanas, las ratas se expusieron al laberinto nuevamente. Los animales con dieta  fructosada solamente pudieron salir del laberinto en el doble de tiempo con relación a quienes habían bebido sólo agua; hecho indicativo que la dieta de fructosa les había deteriorado la memoria. Las ratas alimentadas con fructosa y DHA, mostraron resultados muy similares al grupo del agua; señalado al DHA como la posible solución para contrarrestar los efectos dañinos de la fructosa. Otras pruebas permitieron establecer que las ratas con una dieta rica en fructosa tenían mucho más alta la  glucosa en sangre, los triglicéridos y los niveles de insulina. Aspectos relacionados en los seres humanos con la obesidad, la diabetes y muchas otras enfermedades. También el equipo de investigación secuenció más de 20.000 genes de los cerebros de las ratas, identificándose más de 700 genes en el hipotálamo (centro de control metabólico del cerebro) y más de 200 genes en el hipocampo (regula el aprendizaje y la memoria) alterados por el consumo fructosa. Los genes alterados en su gran mayoría son comparables con genes presentes en los seres humanos responsables de la regulación del metabolismo, la comunicación celular y la inflamación. Entre los 900 genes alterados en el cerebro los investigadores encontraron dos en particular, denominados Bgn y Fmod, afectados rápidamente por la fructosa, aparentemente responsables de desencadenar un efecto de cascada conducente a la alteración de cientos de otros. La investigación publicada el 21 de abril del 2016 prende una luz roja debido a la amplia utilización del jarabe de fructosa en la alimentación actual y particularmente en su utilización en las bebidas "cola” predilectas de los niños.
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